Hace unos días, el colectivo
autocaravanista en su conjunto fue despreciado de manera gratuita por un
periodista llamado Ramón
Iglesias.
© ACN
Este señor, saliendo en defensa de un empresario del Camping arremetió contra los autocaravanistas diciendo que somos “el turismo menos interesante que puede recibir un país”, vomitando
a continuación una frase que quedará para los anales de la ignominia de nuestro
colectivo:
“Son cabañas sobre ruedas que
transportan y alojan familias enteras con una despensa que llenan en
origen. Un turismo lícito, como cualquier otro, pero que genera escasa
riqueza en el país y, en cambio, devora todo tipo de servicios.”
Tras ello pedía la imposición de
una tasa a cada autocaravana y hablaba de un
“turismo gorrón”
Lo primero que sorprende es que
alguien supuestamente imparcial se lance públicamente
a insultar a un colectivo de esa manera. Lo segundo que
llama la atención es la profunda ignorancia y el total desconocimiento sobre el
tema del que está opinando, lo cual, en un periodista, es algo imperdonable.
Esas “cabañas con ruedas” de las
que habla el ínclito Ramón, llenas de gorrones, con la despensa a reventar y
devorando todo tipo de servicios, son una grosera caricatura destinada a
desacreditar a un sector en auge que mueve cientos de millones de euros en
nuestro país y da de comer a miles de personas.
Mientras Ramón alienta el viejo
modelo de la España de paella y chiringuito (tres meses a tope y nueve mirando)
el autocaravanismo ha dado pie a un turismo desestacionalizado que durante los
doce meses del año revierte en todo tipo de actividades turísticas y
culturales. Bastaría con que se hubiese molestado en visitar cualquier grupo
como el nuestro para ver la inmensa actividad previa a Semana Santa,
intercambiando propuestas sobre parques naturales, rutas, restaurantes,
actividades culturales, bodegas, castillos… Este turismo “tan poco interesante y que genera escasa riqueza” mueve a miles de
familias por todo el país activando la economía y dando vida a lugares que, en
gran parte, viven de su presencia.
Es muy extraño que un periodista
obvie unos datos tan fáciles de contrastar y desacredite tan burdamente a su
profesión… a no ser que tenga algún tipo de interés en ello. No hay que ser un
lince para seguir la pista al reguero de rentabilidad que deja una
autocaravana, desde su fabricación y comercialización hasta los impuestos,
accesorios, peajes, combustibles, seguros y mil cosas más. Luego está el impacto
en el comercio local, como bien saben todas las ciudades y pueblos de España
que han apostado por el fomento del autocaravanismo.
Pero si algo me gustaría que
explicase Ramón Iglesias es su
afirmación de que el sector autocaravanista “devora todo tipo de servicios”, ya que forma parte de su argumentación
a favor de imponernos una tasa. Concretamente señor Iglesias ¿qué
servicios devoramos? Habría que recordarle que en su ciudad no existe ni tan
siquiera un área pública, y que por tanto hay que pagar para entrar en una
privada o en el camping de su amigo. Por otra parte, como cualquier vehículo
estamos sometidos a las mismas exigencias de pago por estacionamiento allá
donde esté regulado. ¿Qué es lo que nos regalan entonces? ¿Qué servicio extra nos prestan? ¿Qué privilegio tienen las autocaravanas que nadie es
capaz de ver?
Es evidente que ha metido usted
la pata hasta las orejas, zambulléndose en un jardín que desconoce y ofendiendo
a miles de autocaravanistas de forma soez y gratuita. Sus argumentos son tan
sólidos como un papel de fumar en una tormenta y, por respeto a su profesión, debería
pedir disculpas públicamente a un sector que no merece sus injurias.
Por cierto, su ayuntamiento gasta
cada año miles de euros en promocionar el turismo bajo el concepto: “Girona
todo el año”, mientras tanto usted se dedica a insultar a los turistas y tratarles de
“gorrones”. Enhorabuena, está prestando un gran servicio a su ciudad.
Antonio Arroyo